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antes de dudar de ti misma, asegúrate que no estás rodeada de imbéciles. Ya me lo decía mi abuela: «Hija mía, cada día que amanece el número de tontos crece».  Y es que queridas rubias, morenas, castañas, pelirrojas y de todos los colores, llegar a los 40 te hace replantearte muchas cosas, incluido el lugar donde estás y la gente de la que te rodeas.

Es posible que al hacerme mayor esté empezando a convertirme en un futuro proyecto de señora cascarrabias 🤣,  pero cada día tengo la sensación de que la gente somos más tontos, aplicamos menos la lógica y que el aprecio por el trabajo bien hecho está cayendo en picado.

En mi contra (o a favor, según se mire) diré que siempre he sido muy perfeccionista. Desde que tengo uso de memoria recuerdo que todo tenía que hacerlo lo mejor posible: Los trabajos en el cole, las redacciones, la caligrafía, la gramática. Todo ordenado, bien escrito y correcto. Aún recuerdo la sensación de éxito que me recorría cuando terminaba de colorear un dibujo y no me había salido, ni si quiera un poquito de la raya, e iba corriendo a ponerlo en la pared.

Psicología para la vida diaria

Unos años después, en el instituto (aunque faltaba a más clases de las que asistía 😎), siempre estudiaba muchísimo en casa y hacía presentaciones de una calidad excelente, lo que generaba reacciones de amor-odio en los profesores. No se me olvidarán nunca las palabras de mi profesora de Geografía en 2ª de Bachiller: «Mónica, no te imaginas la manía que te tengo desde 3º de la ESO.  No te puedo ni ver. Siempre faltabas a clase, pero tus trabajos y exámenes eran tan buenos que la nota más baja que he podido ponerte ha sido un 8».

No te imaginas la manía que te tengo.

Mis neuronas entraron en shock. A ver si lo estoy entendiendo bien querida profesora: Resulta que tengo un talento muy alto para su asignatura, que a pesar de faltar a clase, entiendo el contenido y hago trabajos excelentes y usted, en vez de animarme a desarrollar ese talento, quería suspenderme por el simple hecho de aprobar sin venir a sus clases. Pero luego, a compañeros que no saben ni dónde está ubicado el rio Ebro, les aprueba porque «lo han intentado» y además vienen a hacerle palmas a usted y a decirle lo guapa que está todos los días… ¿En serio? Pues sí, iba en serio.

Ese fue mi primera hostia de realidad de la vida.  Con 17 años entendí que puedes ser (como decimos en mi pueblo) un tonto a las 3, no tener talento ninguno pero si te haces el bueno y le haces palmas (o como también decimos en mi pueblo: le chupas el culo) a la persona adecuada puedes conseguir lo mismo o más que una persona que sí tenga el conocimiento y las habilidades necesarias.

Esa fue mi primera hostia de realidad de la vida. Bienvenida al mundo real bonita.

Menuda decepción. Toda mi vida esforzándome al máximo creyendo que ahí estaba la clave para ser una persona que pudiera aportar mucho a la sociedad, y resulta que no. Que la vida no va así.

Y debo decir que desde los 17 años hasta el momento actual de mi vida, esa realidad de desigualdad ha ido creciendo cada día más y me la encuentro todos los días, sobre todo en el ámbito laboral. Y no hablo de desigualdad entre mujeres y hombres (que sí, que eso da  para otro artículo), hablo de desigualdad entre personas muy preparadas y con ideas buenísimas que están dirigidas por personas que no saben ni escribir bien su nombre, pero que han llegado a ese puesto por méritos totalmente ajenos al conocimiento.

En mi caso, nunca me he considerado por encima de nadie (pincha aquí si quieres saber más de mi). Te aseguro querida lectora (o lector) que siempre he creído que no es una cuestión de ser mejor o peor, sino de prepararse más y ser mejor persona con uno mismo y para los demás. Prepararse para hacer lo que más te guste: Si te gusta la pintura, practica mucho hasta pintar con excelencia. Si te gusta la economía estudia el mercado hasta ser un experto. Si te gusta el liderazgo de equipos, estudia el comportamiento y las habilidades sociales y se el mejor líder. Si te gusta la medicina, estudia para curar al máximo de pacientes posible.

Muchas veces en mi vida han intentado hacerme sentir mal (a veces lo han conseguido) porque según la opinión de algunOs soy demasiado exigente, y porque intento que todo esté lo más perfecto posible de principio a fin cuidando cada detalle con detenimiento… Además, por ser mujer (y rubia) y tengo clarísimo que ese estigma lo llevo grabado a fuego, me han llamado de todos los insultos misóginos que se os ocurran: controladora, mandona, malfollada, malahostia, amargada, puta (el insulto de oro), jefa asquerosa, etc… Todo por ser mujer y dirigir un departamento que factura cientos de miles de euros con un éxito abrumador. Eso sí, yo dirijo el departamento, yo soluciono los problemas, pero el éxito es para el jefe de turno que toque ese año, que se lleva el mérito.

Durante mucho tiempo dudé de mi misma, hasta el punto de entrar en una espiral que si no llegó a la depresión, faltó bastante poco. Pero después de un tiempo de reflexión, recordé las palabras de mi abuela: «Hija mía, cada día que amanece el número de tontos crece». ¡Que razón tenías abuelita Juana!

Pues eso querida, que antes de dudar de ti misma, asegúrate de no estar rodeada de imbéciles que lo único que quieren es apagar tu luz y desmerecer todo ese talento que te has conseguido con tanto esfuerzo y dedicación. Tú vales mucho. Y yo también.

Y un saludo a mi profesora de 2º de Bachiller. Y también al jefe de turno.

Un abrazo queridas. B E S I S💋 

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«Cada día que amanece, el número de tontos crece.»
MI ABUELA. SABIDURIA POPULAR

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2 Comentarios

  1. Santi 3 de febrero de 2023 at 15:38

    En mi trabajo tengo también varios «jefes de turno» que lo único que saben hacer es dar gritos pero ni aportan ni ayudan a nada. Y mi compañera y yo somos las que resolvemos todos los problemas de la oficina.

    Muy de acuerdo contigo Moni!

    1. MONICA RUIZ 3 de febrero de 2023 at 15:44

      Gracias por tu comentario Santi 🙂
      Pues un abrazo muy muy fuerte para ti y para tu compañera, porque mujeres como vosotras, como las amigas que siguen el blog y yo que me incluyo en ese saco, somos las que sacamos todo adelante y ayudamos a mejorar a otras mujeres haciendo una sociedad más bonita y justa.

      Y a los señoros de turno, pues eso…que les vaya bien.

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